USO DE RAZÓN.  DICCIONARIO DE FALACIAS. © Ricardo García Damborenea

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Falacias de FALSO DILEMA

 

 

Se produce una falacia de falso dilema, de la misma forma que en todo argumento disyuntivo, cuando se emplean términos en disyuntiva que no son ciertos, exhaustivos o excluyentes.

 

El argumento del dilema consta de:

 

Una disyunción que recoge dos únicas opciones alternativas.

Dos proposiciones condicionales que analizan las alternativas.

Una conclusión común.

 

A o B

Si A, entonces C

Si B, entonces C

 

En consecuencia, los errores posibles son:

 

1. Puede ser falso el dilema porque sus términos:

           no son exhaustivos (incompletos; olvidan otras posibilidades).

           no son excluyentes (no son incompatibles; no hay que escoger).

2. Pueden ser falsas las premisas condicionales y sus conclusiones.

 

 

 

1. Es falso el dilema

 

            a. Porque los términos no son exhaustivos (la enumeración es incompleta)

 

Estamos en la misma situación de cualquier argumento disyuntivo en que se nos ofrecen opciones no exhaustivas. El dilema ha de funcionar como una tenaza. Si el adversario descubre una tercera vía, no hemos hecho más que el ridículo. Por ejemplo:

 

Los hutus pueden quedarse en Ruanda o huir a Tanzania.

           Si se quedan en Ruanda, los matan los Tutsi.

           Si huyen, los matan en Tanzania.

Conclusión: los matan en ambos casos.

 

Supongamos que alguien nos replica:

 

No es cierto que los Tutsi hayan de escoger exclusivamente entre Ruanda y Tanzania. Pueden, además, ir al Congo.

 

Si esto es cierto, queda destrozado nuestro dilema. Hemos dejado una vía de escape, con lo que nuestro gozo dialéctico se desvanece como las ilusiones de un pobre.

 

Pongamos un dilema clásico (Aristipo):

 

El que se casa lo hace con mujer hermosa o con mujer fea.

           Si es hermosa, causa celos.

           Si es fea, desagrado.

Conclusión: no conviene casarse.

 

Basta con tener los ojos abiertos para percibir que la mayoría de las mujeres caben entre los dos extremos (hermosas o feas): casi todas mezclan atractivos y defectos. Aquí, pues, falta el término medio, como ocurre también en los ejemplos que siguen:

 

¿Soy yo por ventura la causa de que toda cuestión política se resuelva, en último resultado, en este último dilema: la Religión o las revoluciones; el catolicismo o la muerte? Donoso Cortés.

 

Sin duda cabe mucho terreno entre ambos extremismos.

 

Cuenta una leyenda que el obispo de Alejandría pidió permiso para utilizar los libros de la famosa Biblioteca que estaban incautados desde la invasión musulmana. El califa Omar respondió que si el contenido de los libros estaba de acuerdo con la doctrina del Corán, eran inútiles, y si tenían algo en contra, debían destruirse.

 

Cabe un término medio: los libros sin duda no decían lo mismo que el Corán, pero tampoco lo contrario.

 

Las disyuntivas incompletas incurren en el error general del olvido de alternativas

 

 

b. Porque los términos no son incompatibles

 

O nos preocupamos por el desarrollo industrial, en detrimento del ambiente, o nos preocupamos de la naturaleza en perjuicio de las industrias. Lo uno o lo otro. Ya sé que las dos opciones tienen inconvenientes, pero hay que escoger: o patitos o empleos.

 

¿Cómo deberíamos contestar?

 

No señor. Estamos ante un falso dilema. No son opciones incompatibles y no será difícil armonizar las ventajas y reducir los inconvenientes de ambos.

 

 

2. Son falsas las premisas.

 

Pueden serlo, como argumentos condicionales que son, bien porque no es cierto lo que afirman, bien porque no sea cierta su conclusión. Caben aquí los mismos errores que en cualquier argumento condicional. Volvamos al ejemplo de Burundi. Supongamos que alguien replica:

 

Es cierto que los hutus sólo pueden escoger entre Ruanda y Tanzania.

Pero no es verdad que los maten en Tanzania.

Así es que pueden refugiarse en Tanzania.

 

La disyuntiva era buena, pero uno de los condicionales resulta ser falso. Así de sencillo. En un dilema los caminos deben estar bien tomados, y los obstáculos que los intercepten deben ser infranqueables. De otro modo nunca detendrán a nuestro adversario. La conclusión que se extraiga de cada alternativa ha de ser cierta, obligada, indiscutible.

 

Este error es una de las muchas formas que adopta la falacia genérica del non sequitur

 

 

Vea ahora el diagrama para el análisis del dilema

 

 

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